Encuestas

Esta vez trataré un tema que posee una relación indirecta a lo que se trata en este rincón de la web.

Muchas personas son reacias a las encuestas, las encuentran una pérdida de tiempo, son lateras, justo te pillan en el momento menos indicado, en fin,  nadie las quiere responder. El trabajo de investigación tras esas encuestas puede generar grandes cambios.

Las encuestas tienen por objeto conocer las necesidades de los consumidores, ¿Qué es lo que piensan?, ¿Qué desean?, ¿Cuáles son sus gustos? Son algunas de las cosas que buscan conocer.

Pero, ¿Qué tienen que ver con los temas ecológicos o ambientales?, mucho. Si lo quieren llevar a un plano empresarial, hay dos tipos de productores amigables con el medio ambiente: aquellos por conveniencia, y aquellos por convicción.

Los primeros solo “quieren obtener rentabilidad”, es en este sentido que se realizan estudios de mercado en donde se les consulta a los consumidores. Es por ello que cuando los consumidores dan a conocer alguna inquietud como: bienestar animal, alimentos transgénicos, emisiones de gases invernaderos; los empresarios por conveniencia se preocupan y utilizan esas necesidades como atributos que le dan valor agregado al producto (siempre y cuando el consumidor esté dispuesto a pagar por ello).

Algunos estudios realizan preguntas que tratan de ver la importancia que le dan los consumidores de que un producto no contamine (o lo haga poco), y al mismo tiempo preguntan cuánto estaría dispuesto a pagar.

Por lo tanto, al momento en que les hagan una encuesta, primero es preguntar para que es (cosa de que no hagan una encuesta que si te haga perder el tiempo), y  tratar de contestarla a conciencia, esos cinco minutos pueden hacer un cambio. Eso sí, todo estudio serio no se hace por encuesta telefónica.